Tibio carmesí que muta hasta alcanzar la tonalidad inconfundible de lo pasional.
La boca se abre y se contrae caprichosamente. Delirio.
Curvas que recobran la firmeza propia de los años pubescentes. Fiebre.
Las piernas tiemblan y ordenan, y en esa imperfecta contradicción, forman la imagen del mismísimo éxtasis.
Infinitos espejos reflejan al sediento y desesperado lobo, afilando sus colmillos. Promete aniquilar lo moribundo, y llenar de vida cualquier eco, con tan sólo penetrar la yugular.
Sangre y espasmos.
Yo me preparo para ese ritual.
La boca se abre y se contrae caprichosamente. Delirio.
Curvas que recobran la firmeza propia de los años pubescentes. Fiebre.
Las piernas tiemblan y ordenan, y en esa imperfecta contradicción, forman la imagen del mismísimo éxtasis.
Infinitos espejos reflejan al sediento y desesperado lobo, afilando sus colmillos. Promete aniquilar lo moribundo, y llenar de vida cualquier eco, con tan sólo penetrar la yugular.
Sangre y espasmos.
Yo me preparo para ese ritual.
"El cielo entiende que mi obsesión está llegando a un límite...
...pero a cada segundo estaré más cerca, más..."