Agua. Papeles. Tinta. Es todo lo que tengo. Ayuno pero no puedo recordar los mantras y me siento perdida. Otra vez. No encuentro ni siquiera la última bitácora. Pero no importa, debo escribir, sí, debo escribirlo todo.
Algo se quebró. Me crujen los huesos, se me estrujan, se frotan entre sí, se fagocitan, se acribillan. Pero ni el eco ni los estruendos te despiertan con esta canción de cuna gastada sonando de fondo por enésima vez.
En la hoguera. En el altar. En el abismo. En el huracán. Maldigo a todos los dioses, y a la ceguera de nuestros ojos por no poder rescatarme del incendio.
¿Y qué se hace con las cenizas, con el humo? ¿Y qué se hace con el todo fragmentado? Los legos de la mente dicen “volver a armar”.
Y yo que nunca pude terminar un rompecabezas me pregunto qué querrán decir.
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